Clonación:
Primera reflexión
La opinión pública mundial
recibió la noticia del logro de la clonación de animales mamíferos. Se debe
reconocer el trabajo científico y alabar el ingenio del hombre que cumple una de
las vocaciones primeras que recibió al ser creado por Dios: "dominen la tierra"
(Gen. 1,28). Pero es necesario que ese mismo ingenio sepa reconocer los límites
que aun las ciencias aceptan para su aplicación en seres
humanos.
De hecho la posibilidad de
esta extensión provocó, en gran parte de esa misma opinión pública, la saludable
reacción de que se regule por principios éticos y también sea prohibida por
ley.
Como pastores valoramos
estas reacciones y con la responsabilidad que tenemos de servir a Dios, también
defendiendo la dignidad del hombre, imagen e hijo suyo, debemos decir que
esta posible extensión de la clonación en seres
humanos:
1º . Desconoce la dignidad
y exclusividad de la procreación que corresponde a los
padres;
2º . Deja a un lado el
valor oblativo, procreador e instrumento de expresión de amor que tiene la
sexualidad en el honesto ámbito del matrimonio, ya que la clonación sería una
comunicación de la vida humana prescindente de la
sexualidad;
3º . Desconoce el carácter
intangible de los derechos del "por nacer", ya que estaría privado de padres y
su posterior educación en el ámbito familiar;
4º . Da lugar a
instrumentalizar al ser humano clonado para otros fines convirtiendo a éste en
medio y no en fin de la actividad del hombre.
Agregamos que de poco
valdrá su prohibición si todos, con la responsabilidad que nos corresponde, no
hacemos crecer la conciencia moral de cada hombre para que no se sienta autónoma
frente a valores, principios y leyes.
Como creyentes debemos
decir que la generación de un hijo es un acto profundamente humano y religioso,
en cuanto implica que los cónyuges forman una sola carne y Dios mismo se hace
presente: "cuando de la unión conyugal... nace un hombre, éste trae consigo al
mundo una particular imagen y semejanza de Dios mismo: ‘en la biología de la
generación está inserta la genealogía de la persona’" (Juan Pablo II, Evangelium
Vitae, n. 43).
117º
Reunión de la Comisión Permanente, Buenos Aires, 11-12 de marzo de
1997.